La Fundación Tamara Vega nació de experiencias personales profundamente significativas, con las que muchas atletas se identifican o siguen enfrentando en la actualidad. Durante mis 18 años como deportista, he vivido todo tipo de situaciones: desde las alegrías de las medallas hasta los desafíos más complejos como la competencia desleal, los tabúes del deporte, y las presiones sociales sobre el cuerpo. Esta fundación surgió de manera inesperada, a partir de una publicación que compartí en Instagram.
En la publicación, aparecía en traje de baño y se notaba celulitis. Me expresé sobre lo injusto que es tener nuestros cuerpos constantemente bajo la mirada crítica de los demás. Como atletas, nos dicen que debemos ser más delgadas, rápidas o altas, pero nadie nos explica cómo lograrlo de manera saludable. Al hacer pública esta reflexión, muchas niñas se sintieron identificadas y comenzaron a compartir sus propias experiencias.
A raíz de esta conversación, desarrollé un documental titulado “Atletas frente al espejo”, en el que exploramos los trastornos de conducta alimentaria y la salud mental en el deporte. Entrevisté a atletas de diferentes disciplinas como básquetbol, lucha, fútbol y canotaje, y descubrí un patrón preocupante: la inseguridad con sus cuerpos era un tema recurrente en cada historia. Durante este proceso, surgió otro tema que abrió una puerta difícil pero necesaria: el abuso. Compartí mi propia experiencia, y fue como abrir una caja de Pandora, ya que muchas otras mujeres comenzaron a contarme sus historias de abuso en el deporte.
En ese momento, me di cuenta de que no bastaba con un documental o una publicación en redes sociales; esto era mucho más grande que yo. Decidí crear la Fundación Tamara Vega para brindar apoyo integral a quienes lo necesitan, basándome en cuatro pilares fundamentales: prevención de trastornos de conducta alimentaria, prevención del abuso y la violencia, atención psicológica y programas educativos. La idea es ofrecer el tipo de ayuda que a mí me hubiera encantado recibir: aprender a reconocer las conductas nocivas tanto en mí como en los demás.
Hoy, la fundación sigue trabajando para crear espacios más seguros y saludables para las atletas, abordando no sólo la nutrición y la psicología, sino también temas de violencia que, lamentablemente, aún están presentes en el mundo del deporte.